Supongo que no es casualidad que cuando uno conversa acerca de algo de repente aparecen evidencias que refuerzan aquello sobre lo que has reflexionado.
Y es que esta semana he podido conversar largo y tendido acerca de el valor de las cosas, del tener y del no tener. De cómo lo que tenemos a veces nos esclaviza y nos impide disfrutar de nosotros mismos.
Pues bien, fruto de esa “casualidad” cae entre mis manos un precioso texto de Hermann Hesse que dice:
Usted dispondrá siempre de todo aquello que se puede comprar con dinero, pero estará condenado a ver como precisamente lo mejor, lo más bello, lo más apetecible no se puede comprar. Lo mejor, lo más bello, lo más apetecible del mundo solo puede pagarse con la propia alma, lo mismo que el amor no puede comprarse, si alguien posee un alma no pura, incapaz del bien o al menos de creer en el bien, tampoco poseerá sensibilidad suficiente para lo mejor y lo más noble, y tendrá que contemplarse para siempre con la imagen empequeñecida, ajada, borrosa, del mundo que sus pensamientos, para propia tortura y pobreza, se han forjado.
Más allá de las acepciones religiosas entiendo el alma como la esencia de cada uno de nosotros. Nuestra alma es lo que somos en esencia, aquello que si sacrificamos en algún momento nos impediría crecer o peor aún, nos iría matando poco a poco. Pero muchas veces, sin darnos cuenta, sacrificamos nuestra esencia para comprar nuestra falsa felicidad.
Pero quizá, como dice Elena, lo que más me “perturba” es constatar que si no somos capaces de tener sensibilidad para ver el bien, para creer en la gente, para ser capaces de percibir el valor y la “esencia de los otros” terminaremos empequeñeciendo nuestro mapa del mundo, que pasará de moda, que nadie querrá compartir y que no nos servirá para movernos por la vida.
Martin Seligman habla de cómo los optimistas son capaces de recoger más información del entorno que los pesimistas. Quizá esto se deba a que son más sensibles para ver el bien y por tanto, ver las oportunidades.
Pero me quedo con lo que infinidad de veces he escuchado a Jorge Valdano, “a los optimistas habría que pagarles el doble”
Os deseo una buena semana para lo mejor y lo más noble