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No pongo en duda el valor del elogio, si bien considero que en muchas ocasiones tendemos a elogiar en exceso y a realizar elogios vacíos de sentido.
Por supuesto que es preferible elogiar que criticar constantemente los errores que se cometen. Pero el elogio suele vincularse al éxito de un objetivo. Se espera que nos elogien cuando hemos conseguido una meta, pero hasta entonces carecemos del aliento necesario para llegar al objetivo deseado.
Y esto, como tantas cosas, se convierte en automatismos que vamos aprendiendo desde edades tempranas. Si vivimos el elogio vinculado a un premio o esperamos un premio que trae consigo un elogio, es posible que perdamos de vista la importancia del proceso.
Alentar tiene mucho que ver con animar, con infundir aliento y esfuerzo, con nutrir los comportamientos que nos enfocan hacia la mejora.
El aliento se centra en el esfuerzo y por tanto, en el sentido de la responsabilidad. Cuando alientas a un niño a tomar decisiones y a elegir entre opciones, por muy sencillas que puedan parecer, estás nutriendo su responsabilidad y preparándolo para ser un adulto libre.
Si por el contrario, solo elogiamos a un niño cuando hace aquello que nosotros como adultos pensamos que está bien, terminará siendo obediente pero no habrá aprendido a tomar decisiones y lo que es peor, no aprenderá a pensar por si mismo. Y luego nos quejaremos que los jóvenes no están preparados para la vida. Quizá no les dejamos entrenar en su momento y confundimos el entrenamiento con el adiestramiento.
Si castigamos en relación a nuestras expectativas, conseguiremos que solo actúen cuando crean que van a cumplir las expectativas que pusimos en ellos pero nunca tendrán las suyas propias.
Alentar es animar a generar expectativas en uno mismo y a comportarse consecuentemente a ellas. Alentar es dar protagonismo al aprendiz por delante del maestro para que un día sea un maestro capaz de alentar a nuevos aprendices.
Si el elogio suele ir vinculado al premio, alentar está conectado con la celebración de la mejora aunque el objetivo no haya sido alcanzado.
Alentar nace del aliento y el aliento es la necesaria respiración. Necesitamos el aliento como necesitamos respirar para sobrevivir.