“Ve a la escuela. Estudia. Consigue un empleo. Trabaja. Paga impuestos. Cásate. Ten hijos. Hipotécate. Mira la tele. Sigue la moda. Pide préstamos. Actúa con normalidad. Compra muchas cosas. Camina por la acera. Escoge entre este producto o este otro. Ahorra para cuando seas viejo. Obedece la ley. Y sobre todo, no cuestiones jamás lo que te han dicho que tienes que hacer. Y ahora, repite después de mi: ¡Soy libre!”
George Carlin
Unos de los “regalos” que la era industrial ha dejado a nuestra sociedad han sido las grandes dosis de paternalismo y victimismo que se han adherido al ADN de muchos trabajadores.
Esto ha hecho posible que la única visión que durante mucho tiempo hemos tenido haya sido tratar de encontrar la seguridad laboral en las grandes compañías y en el propio estado. Y ahora que la crisis está transformando radicalmente el modelo económico y social que llevábamos tanto tiempo viviendo, es cuando toda esa falsa seguridad se nos está cayendo abajo.
El problema es que muchas personas aún siguen enganchadas al pensamiento de ser víctimas de políticos, banqueros, jefes malvados, estafadores a gran escala y demás alimañas. Y este victimismo nos convierte en esclavos sin saberlo. Es tan sutil esta esclavitud que pocos sienten las cadenas invisibles que les atan al sistema.
Y por supuesto que hay que rebelarse frente a esto, pero no tengo tan claro que el camino sea únicamente quedarse enganchado en la queja o en la protesta. Enfadarse es sano y debe ser exteriorizado, pero si de manera reiterada lo único que hacemos es quejarnos, tan solo alimentaremos nuestro victimismo y eso nos esclavizará aún más al sistema.
Prefiero optar por otro camino que me haga ser motor de cambio y transformación del sistema en el que vivo. Prefiero luchar por cambiar todo aquello que un día me contaron y que me creí sin cuestionarlo. Si no supe pensar con criterio suficiente en ese momento tengo la impresión de que, o es ahora o es posible que no podamos salir de este callejón sin salida .
En lugar de educar a nuestros hijos en la obediencia a un sistema que incluso empieza en casa, prefiero ayudarles a hacerse preguntas inteligentes, a cuestionar lo obvio, a ser creativos y emprendedores, a vivir sin jefes, a crear sus propios caminos sin necesidad de tener que elegir tan solo las opciones que les ofrezcan. Y que cuando el sistema les cercene todas sus iniciativas, espero haber podido ayudarles a tener el coraje suficiente para seguir encontrando nuevas alternativas. Siempre es posible encontrar una manera más de hacer las cosas diferentes.
Confundir la felicidad con la satisfacción de la llegada del fin de semana, las vacaciones de verano y las fiestas de guardar no nos va a permitir generar un nuevo modelo de sociedad. Quiero pensar que la felicidad nace de la libertad interior que cada ser humano tiene para elegir un camino que no está marcado de antemano.