“El proceso de la buena vida (…) supone lanzarse de lleno en el flujo de la vida”
Carl Rogers
Para este reconocido psicólogo estadounidense, defensor de la terapia centrada en la persona, la buena vida es un proceso y no un estado. A diferencia de Abraham Maslow, otro de los referentes de la psicología humanista, Rogers opina que el fin último de la persona no es la autorrealización. Más bien para Rogers el fin de la existencia no consiste en alcanzar una meta sino que se entiende como un proceso continuo de desarrollo.
¿Cómo alcanzar una buena vida y cómo disfrutar de ella?
Para disfrutar de la vida es necesario atender a varios aspectos tan cotidianos que en muchas ocasiones pasamos por alto:
Estar abiertos a la experiencia: Tener una visión rígida de la vida nos lleva a la infelicidad. No existe una única manera de recorrer un camino, no es necesario recorrer el más adecuado. Es necesario entrenar una actitud flexible y abierta frente a aquello que trae la vida. Las experiencias modelan nuestra mirada del mundo y nos cambian. Lo importante no es cambiar sino mejorar mientras cambiamos.
Vivir en el momento presente: Si algo somos es cambio. Y ese cambio nos ofrece una gama inagotable de experiencias de las que podemos aprender, siempre y cuando estemos dispuestos a ello. Al igual que Alex Rovira explica en su libro La buena suerte, si no tienes una buena vida es posible que sea porque las circunstancias sean las de siempre.
Confiar en nosotros mismos: Una persona puede confiar en si mismo según Rogers “no porque sea infalible, sino porque puede estar plenamente abierto a las consecuencias de cada uno de sus actos y corregirlos si sus resultados no le satisfacen”. Al confiar en nosotros mismos somos capaces de disfrutar de la buena vida y sentirnos dueños de ella. Lo que decidimos hacer y pensar depende de cada uno y por tanto no hay cabida al resentimiento cuando identificamos por nosotros mismos lo que queremos y necesitamos y damos los pasos para conseguirlo.
Asumir la responsabilidad de nuestras decisiones: Si bien no somos libres de decidir siempre (de hecho en muchas ocasiones no podemos decidir) es importante aceptar las consecuencias de nuestras opciones y de nuestras decisiones con responsabilidad y sin excusas. Educar en la responsabilidad es la antítesis de estimular la obediencia
Tratarnos incondicionalmente de forma positiva, o lo que Rogers denomina “consideración positiva incondicional”: Cuando no mantenemos una aceptación incondicional sobre nosotros mismos es muy difícil abrirnos a las experiencias que nos trae la vida. Esta aceptación tiene mucho que ver con la necesidad de regalarnos caricias emocionales tal y como definió Claude Steiner en su Teoría de la economía de las caricias. Las caricias emocionales son tan necesarias para los seres humanos como comer y beber. Solo podemos darnos esas caricias y permitir recibirlas si nos aceptamos de manera incondicionalmente positiva.
La buena vida es un proceso que necesita estar basado en la abundancia. Vivir en la escasez lleva a la infelicidad. Y no me refiero a lo material sino a la abundancia en la generosidad, en el coraje y en la iniciativa, porque nadie tiene una buena vida siendo avaro, perezoso y cobarde.
Y si no te emocionas a diario, por poquito que sea, entonces es que no estás aprovechando la vida. Busca emocionarte en lo pequeño porque en lo pequeño está la abundancia de la vida.