Este post será breve pero está repleto de agradecimiento.
Son muchos los regalos que nos ofrece la vida y muchas las oportunidades que tenemos para disfrutar de estos regalos. Uno de los que más ilusión me hace es poder viajar. Gracias a mi profesión puedo gozar de estos regalos con bastante frecuencia al igual que en mi tiempo de ocio. Hoy os escribo precisamente desde uno de esos lugares que visito cada vez que viajo, a bastantes kilómetros de casa, con la pena de haber dejado a los míos allí y con el deseo y la alegría de volver a juntarme con ellos dentro de nada.
Viajar me permite enriquecer y completar mi manera de ver el mundo. Es un regalo que me da la oportunidad de descubrir y aprender a más velocidad de lo que me podía imaginar. Me permite descubrir a gente maravillosa y reencontrarme con ellos pasado un tiempo.
Todos somos parte de alguna tribu, de un colectivo que nos ayuda a aprender, a crecer y a desarrollar todo nuestro potencial. La tribu protege nuestra vulnerabilidad y nos permite adéntranos en el mágico mundo del aprendizaje.
Yo siento que pertenezco a más de una tribu repartida por muchos lugares del mundo que se convierten en mi pequeño hogar.
Claro está que mi tribu está en mi casa con los míos pero es increíble que cada viaje es como un viaje a tu pequeña casa.
Cada día tengo más claro que nos empoderamos gracias a impregnarnos de la multitud de perspectivas que nos aporta el ser humano. Me siento un privilegiado por ello
Por ese motivo quiero agradecer a todos aquellos a los que siento parte importante de mi tribu y que facilitáis que la vida me brinde la oportunidad de reencontrarme con vosotros, viviendo a miles de kilómetros de mi.
Muchas veces leo y transmito la importancia de sentirse agradecido y ahora me gustaría dedicar este post a verbalizarlo y trasmitiros mi profundo agradecimiento.
Desde el desierto más árido del planeta os deseo una semana fantástica