Paul McLean neurocientífico estadounidense elaboró en 1970 la teoría del cerebro triple en la que planteaba que nuestro cerebro está conformado por tres cerebros que han ido desarrollándose a lo largo de la evolución humana.
Al cerebro más antiguo le denominó cerebro reptiliano, encargado de regular los elementos y funciones básicas de la supervivencia. Está presente en el tallo cerebral.
Por encima del cerebro reptiliano se conformó el cerebro límbico responsable de regular los comportamientos emocionales.
El cerebro más moderno es el cerebro neocortical o neocortex, donde encontramos las funciones de la inteligencia racional. Gracias a este cerebro aparecen los sentimientos, conjunto de procesos emocionales y racionales, como por ejemplo el amor. En el neocortex encontramos las funciones relacionadas con el pensamiento y el lenguaje: preguntar, tomar decisiones, planificar, resolver problemas y generar nuevas ideas
Estos cerebros se fueron desarrollando a lo largo de la evolución por lo que en nuestro cerebro nos encontramos con estructuras de momentos evolutivos diferentes. Si utilizáramos un símil, nuestro cerebro sería como un coche que compramos hace tiempo y le hemos ido añadiendo accesorios más modernos. Seguramente este hecho nos generará problemas ya que un coche antiguo no está preparado para llevar un DVD de última generación. Así es nuestro cerebro y gran parte de las cosas que nos ocurren son debidas a estos problemas evolutivos.
La amígdala cerebral es la especialista en asuntos emocionales. Si la amígdala quedara separada del lóbulo frontal, el resultado seria una importante incapacidad para apreciar el significado emocional de los acontecimientos, también denominada “ceguera afectiva”.
El estudio de la conexión entre el lóbulo frontal y el área límbica ha llevado a Antonio Damasio, uno de los neurocientíficos más prestigiosos del mundo y premio Príncipe de Asturias, a investigar este fenómeno después de estudiar casos como el de Phineas Gage
El 13 de septiembre de 1848 Phineas Gage, obrero del ferrocarril estaba trabajando en Vermont: Gage era capataz y estaba considerado como un hombre eficiente y muy capacitado para su trabajo. En un accidente de trabajo mientras se detonaba una carga explosiva una barra de metal salió disparada con tan mala fortuna que atravesó el cráneo de Gage. La barra, que medía un metro de largo y más de 3 cm de diámetro, entró a su cráneo por la mejilla izquierda y salió por la parte superior tras atravesar el córtex cerebral anterior. Sorprendentemente Gage sobrevivió al accidente y en dos meses fue dado de alta. Si bien la recuperación física de Gage fue completa no fue igual en lo referente a su comportamiento.
Gage cambió de carácter volviéndose una persona violenta e imprevisible. Se volvió obstinado, irreverente, blasfemo e impaciente. Esto contrastaba con el hecho de que previamente al accidente era un hombre responsable.
A partir del accidente no fue capaz de mantenerse en el mismo trabajo durante mucho tiempo. Murió a los 38 años debido a crisis epilépticas.
La relación entre cerebro y aprendizaje ha sido estudiada por numerosos científicos y cabe destacar que un cierto nivel de estrés positivo favorece la capacidad de aprendizaje mientras que los estados de pasividad provocan un descenso del nivel de aprendizaje del cerebro, matando neuronas.
Según Jose Antonio Marina el bebe desarrolla un exceso de neuronas y de conexiones sinápticas que va perdiendo con la edad. Las neuronas y sinapsis que sobreviven son aquellas que el cerebro usa.
Posiblemente por esto es importante despertar la inquietud por aprender. Las personas que carecen de este apetito por el aprendizaje generan más desconexiones sinápticas y empobrecen su cerebro.
FELIZ SEMANA A TODOS