Hace unos meses, junto con mis amigos Gabi y Gerardo, participé en un capítulo de un libro sobre Judo donde analizábamos la importancia del entrenador en su faceta de líder coach. A mí me tocaba trabajar sobre el concepto de la generación de confianza. Para poder escribir sobre ello Gerardo me recomendó (es mi gurú particular y sus recomendaciones se cuentan por aciertos) que leyera EL FACTOR CONFIANZA de Stephen M. R. Covey
Lo que más despertó mi curiosidad fue la manera de presentar la confianza de la relación. El autor compara esta confianza interpersonal como si fuera una cuenta bancaria que abrimos cada vez que comenzamos una relación con alguien importante para nosotros, ya sea a nivel personal o profesional.
Cuando nos comportamos creando confianza, lo que hacemos es generar ingresos en esta cuenta. Sin embargo, cuando nuestro comportamiento destruye confianza, entonces estamos haciendo extracciones. El balance en la cuenta nos indica la cantidad de confianza en la relación en un momento determinado.
Estas cuentas de confianza se caracterizan por varios aspectos que la hacen especialmente delicada.
En primer lugar está el hecho de que cada cuenta de confianza es única, ya que cada relación es diferente. Por lo tanto no podemos tener dos cuentas iguales.
Por otro lado los pequeños detalles en la relación suelen resultar los más grandes ingresos en la cuenta, ya que son detalles muy personalizados que tienen en cuenta al otro y le aportan valor. Sin embargo, lo que puede resultar un ingreso para una persona puede percibirse como una extracción para la otra. Es muy importante saber que es lo que la otra persona entiende como un ingreso.
Muy a nuestro pesar una extracción siempre tiene más impacto que un ingreso en las cuentas de confianza. Para hacernos una idea los ingresos serían como llenar un cubo gota a gota mientras que las extracciones significarían darle una patada al cubo. Esto puede llevarnos a pensar que, en muchas ocasiones, la manera más rápida de crear confianza es dejar de hacer extracciones.
Profundizando en este hecho y tal y como otros expertos opinan, la confianza se alimenta de tres juicios que todos hacemos: la sinceridad, la credibilidad y la competencia.
La sinceridad nos habla del hecho de que confiamos en quien percibimos como sincero y desconfiamos de quien no lo es.
La credibilidad de las personas depende directamente de su histórico. Si fueron creíbles en el pasado se les supone una dosis de credibilidad en el futuro y por tanto confiamos en ellas.
Y por último, la competencia nos señala el hecho de cómo confiamos en personas que poseen las habilidades suficientes para acometer una tarea, ¿o acaso no confiamos en el mejor especialista del mundo aunque sea un antipático?
La confianza no deja de ser un intangible de alto valor emocional en todas y cada una de nuestras relaciones
Os deseo un buen inicio de semana y os adelanto que en mi siguiente post reflexionaré sobre una frase que me fascina: “esto es lo que hay”