Ayer estaba en Nueva York compartiendo mesa con mi gente, con los míos y lo hacia, como manda la tradición del último día, en un restaurante italiano al que nos gusta ir cada vez que pasamos tiempo en tan vertiginosa metrópoli. Como siempre, la conversación fue la parte más sabrosa de la comida. Hablábamos del ser humano, tan fascinante, tan intrigante y tan complejo y sin embargo tan previsible.
La conversación me hizo pensar en cómo el hombre va cambiando el mundo y a la vez debe reinventarse para poder adaptarse al mundo que el mismo fabricó.
La conversación me hizo pensar en cómo se ha modificado el ideal romántico de las relaciones personales, en las que somos una parte que necesita de su media naranja para encontrar la felicidad. Cuanto daño ha hecho este pensamiento, que en ocasiones se ha convertido en paradigma social.
Yo no soy medio, yo soy un entero. Ser un “medio”, una mitad, hace que tu responsabilidad se reduzca a esa mitad, que nuestro bienestar dependa del otro. Buscamos quien nos complemente y nos aporte aquello que no tenemos. Pues mira, no. Yo busco compañeros de viaje, que me acompañen y que crezcan conmigo pero soy un entero. Deseo sentirme parte de algo, por supuesto, pero no como una mitad sino como un entero.
Leí el otro día que la individualidad no es egoísmo. El egoísta carece de energía propia, se alimenta de la energía de los demás. Por el contrario, quien trabaja su individualidad ha cambiado la necesidad por el deseo. Quien se siente individuo entero desea formar parte de algo pero no lo necesita. El deseo es el botón de la motivación, sin embargo, la necesidad lleva a la dependencia y a volver a sentirse tan solo una mitad de algo.
¿Y que ocurre cuando te has sentido la mitad de algo y esa otra mitad desaparece? Pues seguramente que muchos de nosotros conocemos a medias mitades o incluso en ciertas ocasiones nos hemos sentido media naranja y nos hemos despersonalizado. Terminamos victimizando todo aquello que hacemos para no ser capaces de responsabilizarnos de lo que hemos decidido vivir.
Cuanto más interesante es asociar dos enteros y no unir dos mitades. Pero para esto hay que haber trabajado la individualidad. Si no es así me temo que esto se presenta como una misión imposible.
Por cierto, si vais a Nueva York no dejéis de visitar Carmine´s
Buen inicio de semana