Un interesante y riguroso libro, escrito por Alex Korb, neurocientífico e investigador de la Universidad de UCLA lleva por titulo The Upward Spiral.
Las investigaciones del doctor Korb están orientadas a demostrar como con pequeños cambios podemos influir en nuestros estados de ánimo.
La idea consiste en crear una “espiral ascendente” para generar cambios en positivo
4 son los entrenamientos que Alex Korb nos propone hacer para generar esa espiral positiva:
Dejar de ser analfabeto emocional. No ser capaz de poner nombre a lo que sentimos no nos ayuda nada a generar estados de ánimo positivos. Nombrar, etiquetar y aceptar las emociones conscientemente reduce el impacto negativo que algunas de ellas pueden tener. Así lo demuestran muchos estudios. Aquí puedes ver alguno.
Hacer una lista de cosas por las que sentirnos agradecidos. Preguntarte por qué cosas te sientes agradecido tiene un efecto cerebral muy interesante, ya que según los estudios de Korb, provoca un aumento en la densidad de las neuronas y mejora nuestras relaciones personales. Y no solo esto, además incrementa tanto la presencia como la actividad de la serotonina y la dopamina, tan importantes para el estado de ánimo positivo y para la sensación de felicidad.
Tomar decisiones. Pero haciéndolo de forma responsable y consciente, haciéndose cargo de las consecuencias derivadas de esa decisión y entendiendo que no siempre tomar una decisión significa conseguir lo que quieres, sino ser coherente. Tomar de decisiones reduce significativamente la incertidumbre y el estrés generado por dejar asuntos importantes abiertos.
Abrazar. Si, abrazar es un maravilloso ejercicio para generar una espiral positiva. Pero cuidado, no consiste en abrazar a todo el que se te cruce en el camino, ni estar obligado a hacerlo en una dinámica grupal con personas que no conoces, solo por el hecho de que pensemos que estar en contacto libera oxitocina. Es un poco más serio que todo esto. Sheldon Cohen, psicólogo y profesor de la Universidad de Carnegie Mellon en Pensilvania, demostró en esta investigación que “sentir un abrazo de alguien en quien confiamos es una manera efectiva de reducir el estrés, y que aquellos que reciben más abrazos están de algún modo más protegidos frente a las infecciones”. Lejos de pillar alguna infección, abrazarnos nos protege.
Ponerlas en práctica no debería llevarnos mucho tiempo, aunque, como siempre suele suceder, estos entrenamientos son más sencillos si empezamos a hacerlos cuando somos pequeños. Es interesante darse cuenta que tanto familias como escuelas son co-responsables en esta tarea.