Puede que te suene raro o que te parezca erróneo el planteamiento, pero permíteme argumentar en este post por qué el éxito es tan poderoso.
Imagina que quieres empezar a practicar un nuevo deporte. ¿Buscas en las primeras experiencias situaciones de fracaso? Seguramente no. Las primeras experiencias necesitan ser de éxito porque es el propio éxito el que nos permite avanzar.
El éxito esconde infinitas ventajas con respecto al fracaso ya que cuanto más aciertas más oportunidades tienes de seguir acertando. Cuanto más logros conseguimos más accesibles vemos las siguientes metas que nos proponemos, mientras que si no tenemos éxito ni siquiera nos planteamos nuevos logros.
Pero abandonemos el concepto de éxito como el de vencer a otros, el de estar por encima de los demás o el de la comodidad del “estomago lleno”. Entendamos el éxito como la mejora continua que nos lleva a enfocarnos en el proyecto que queremos que ocurra.
El éxito genera la fuerza de voluntad y no al revés. No es la fuerza de voluntad la que genera el éxito sino que gracias al éxito vamos forjando una fortaleza mental y de voluntad, tal y como comenta Alfonso Alcántara en #Superprofesional.
El éxito refuerza nuestra autoestima y por ende nuestra autoconfianza, materia prima necesaria para afrontar situaciones de cambio y dificultad.
Dudo ya de si tenemos más situaciones de acierto o de error a lo largo de un dia. Quizá es que basta solo con un error para darle una importancia desmedida frente a la cantidad de aciertos diarios que pasan desapercibidos. Lo que si tengo cada dia más claro es que no se aprende del error sino de cómo se enfrenta el error. Y abordar un error o un fracaso es ya de por si una situación de éxito. Cuantas veces enseñamos la importancia del error y sin embargo lo hacemos desde la perspectiva de éxito de quien lo superó.
Cuando comenzamos con el proyecto Challenge3’59 para acompañar a deportistas en su retirada deportiva y su entrada en el mundo laboral siempre tuve claro que la premisa era fijarnos en aquellos que hicieron ese tránsito de manera exitosa, aprendiendo cuales fueron las decisiones que tomaron y cómo se convirtieron en modelos de éxito para otros deportistas en su nueva etapa laboral.
En esta misma línea, cuando un niño se equivoca o hace algo de manera errónea, lejos de culparle o castigarle, suele resultar más inteligente y eficaz, ayudarle a pensar en término de soluciones, en nuevas maneras de abordar una situación compleja para encontrar un resultado exitoso que le satisfaga. Si alentamos la responsabilidad para encontrar alternativas y pensar en soluciones eliminaremos en gran medida el victimismo que entrenamos a diario cuando las cosas no nos salen como queremos.
Los errores nos sirven para indagar en las causas que los provocaron y para generar aprendizajes de éxito.
Lo que no debemos permitirle a nuestro éxito bajo ninguna circunstancia es la autocomplacencia ni la vanidad. Son habituales compañeros de viaje que hacen que el éxito se convierta en el verdadero fracaso sin solución.