André Previn, pianista alemán decía “si pierdo un día de práctica, yo lo noto; si pierdo dos días, mi entrenador lo nota; si pierdo tres días el público lo nota”
En gran medida el resultado de nuestras acciones se debe a los hábitos que desarrollamos. Cuando algo nos sale mal no suele ser debido a una mala decisión en un momento puntual sino más bien a un conjunto pequeños errores fruto de hábitos improductivos que nos hacen estrechar nuestro punto de vista y eliminar opciones y alternativas.
Generar hábitos nuevos eliminando los antiguos e improductivos pasa por varias fases hasta que se convierten en nuevos automatismos que nos hacen obtener mejores resultados. El inicio no es fácil ya que requiere una alta dosis de esfuerzo y una elevada tolerancia a la frustración ya que los resultados no se acercan a lo deseable. Aunque nos parezca imposible, después de este inicio el esfuerzo empieza a no ser tan grande aunque los resultados aún no sean los deseados. Tan
solo después de mucho entrenamiento el esfuerzo se reduce considerablemente y los resultados aparecen como si el universo se confabulara para que así fuera. No abandonar en las primeras etapas es clave para cambiar un hábito. Quizá no sea por falta de fuerza sino por falta real de voluntad.
¿Qué nos puede ayudar a no abandonar cuando lo que queremos es cambiar un hábito?
- Disciplina unida a unas metas claramente definidas. Thomas Carlyle comenta que las personas con metas claras avanzan a pesar de las adversidades. Sin embargo las que no saben lo que quieren no lo hacen ni siquiera en las condiciones más favorables posibles.
Metas bien definidas + Motivación + Disciplina suele ser una fórmula infalible para alcanzar lo que quieres. Las tres se presentan como incompletas de manera aislada, pero juntas son invencibles. Y es que de nada sirve ser disciplinado si no sabes lo que quieres conseguir, ni marcarse una meta si no te exiges lo necesario para alcanzarla. Buscar el equilibro de este triángulo de fuerzas nos muestra el camino a la generación de nuevos hábitos.
- El poder del entorno. A menudo los límites no anidan en las personas sino en los entornos en los que las personas crecen. Ninguno de nosotros somos impermeables a lo que vemos, a lo que escuchamos ni al tiempo que compartimos con las personas de nuestro entorno. De manera inconsciente vamos integrando creencias, juicios y comportamientos que pueden cercenar nuestras posibilidades o, por el contrario, nos abren un mundo de oportunidades en las que los límites los ponemos cada uno de nosotros.
Cuando la vida que llevamos no es de nuestro agrado y nos cuesta levantarnos a diario la vida nos coloca frente a una buena oportunidad para revisar de qué manera el entorno puede estar bloqueando nuestro desarrollo. Desgraciadamente hay quien ni siquiera es consciente de esto y deja que la vida siga su curso resignándose a un futuro vacío de sentido.
De nosotros depende alejarnos de entornos poco estimulantes y buscar aquellos donde encontremos personas que nos acompañen a descubrir lo mejor de nosotros. No dejemos de buscar y encontrar entornos retadores y desafiantes que faciliten la incorporación de nuevos hábitos.
Lo que somos no deja de ser otra cosa que el resultado de los hábitos que hemos ido adquiriendo.