“Si la motivación es la cerilla que prende la mecha, la fuerza de voluntad es la cera de la vela” De esta manera Mago More en su libro Superpoderes del éxito para gente normal, hace la distinción entre ambos términos. El autor explica como por muchas cerillas que podamos tener si no tenemos cera para mantener la llama, al final se terminará apagando.
Así es como funciona la fuerza de voluntad, elemento clave para acercarnos a nuestras metas y acabar los proyectos que comenzamos.
Imagínate que la fuerza de voluntad fuera un músculo vital para estar en forma y poder llegar en condiciones óptimas para competir al más alto nivel. Necesitas entrenarlo a diario. De lo contrario no podrás aumentar tus oportunidades de conseguir lo que te propones.
La fuerza de voluntad depende de nuestra corteza prefrontal, con lo que ya tenemos una clave para entender que no será sencillo resistir a los impulsos más básicos del ser humano. Más si cabe en aquellas personas más jóvenes que aun no han madurado su corteza prefrontal y en aquellos que poco o nada la han entrenado.
No se nos puede pasar por alto que la fuerza de voluntad es finita. Se va consumiendo cuanto más la exponemos a tener que resistir a las tentaciones diarias. Al estar sometido a innumerables situaciones que desatan nuestro cerebro límbico, nuestra voluntad va cediendo poco a poco. Querer dejar el azúcar y estar rodeado de dulces durante todo el día no es lo más aconsejable para fortalecer nuestra fuerza de voluntad.
El agotamiento y el estrés son elementos que disminuyen considerablemente nuestra fuerza de voluntad, así como tomar decisiones en momentos de mucho agotamiento físico y emocional. De ahí que las decisiones importantes es preferible tomarlas en momentos en los que estemos descansados, ya que nuestra corteza prefrontal está en mejores condiciones para funcionar correctamente. Tomen nota aquellos que siguen convocando reuniones a altas horas de la jornada laboral o los viernes por la tarde.
¿Cómo entrenar la fuerza de voluntad?
El autor nos propone algunas ideas para entrenarla, aunque todas ellas necesitan ser entendidas como hábitos y no como acciones aisladas en un momento determinado.
Retrasar la gratificación, es decir, no sucumbir al primer impulso. No comprar algo y esperar a hacerlo al día siguiente. Posiblemente veas que no era tan necesario como te pareció el día anterior. La estrategia de la inmediatez es la más utilizada en grandes centros comerciales para que compres cosas que realmente no necesitas.
Eliminar todas aquellas tentaciones que están en tu mano. Si no quieres comer dulce, no lo compres ni lo tengas en el frigorífico. Si no quieres utilizar tu teléfono móvil durante el tiempo que pasas en casa con tu familia, guárdalo bajo llave al menos un par de horas. Crea el compromiso en casa de meter los teléfonos en un cajón, en modo avión, hasta que no acabe la cena. Cread esa norma de convivencia y respetadla. Es mucho más eficiente eliminar las tentaciones que dejarlo todo a merced de nuestra fuerza de voluntad.
Generar un compromiso previo. Pídele a tu pareja que no te deje pedir postre. Yo mismo me quité las tarjetas de crédito para obligarme a pagar con el dinero que realmente tengo en mi cuenta bancaria. Comprométete en público frente a una situación en la que no quieras caer.
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