“El conformismo es el carcelero de la libertad y el enemigo del crecimiento” J.F. Kennedy
Te invito a que leas este cuento de origen desconocido.
“Había una vez un viejo maestro que decidió visitar junto a su discípulo la casa más pobre de la comarca, donde malvivía una familia con una sola posesión: una famélica vaca cuya escasa leche les proveía de insuficiente alimento, pero alimento al fin y al cabo. El padre, hospitalario, les invitó a pasar con ellos la noche. Al día siguiente, muy temprano, el maestro le dijo a su discípulo: “Ha llegado la hora de la lección”. Y el maestro sacó una daga y degolló a la pobre vaca.
¿Qué clase de lección deja a una familia sin nada” se quejó el discípulo.
Fin de la lección. Fue la única respuesta.
Un año más tarde volvieron al pueblo y donde estaba la casucha destartalada encontraron una casa grande, limpia y bastante lujosa.
Vieron salir al padre de familia, que no sospechaba que el maestro y el discípulo habían sido los responsables de la muerte de su vaca, y les contó como el mismo día de su partida algún envidioso había degollado salvajemente al pobre animal…
…esa vaca era nuestro sustento. Pero cuando vimos a la vaca muerta, supimos que estábamos en verdaderos apuros y que teníamos que reaccionar. Y lo hicimos. Decidimos limpiar el patio que hay detrás de la casa, conseguimos alguna semillas y sembramos patatas y algunas legumbres. Muy pronto vimos que nuestra granja casera producía más de lo que necesitábamos, y así empezamos a vender. Con las ganancias compramos más semillas y así hasta hoy mismo que he comprado la casa de enfrente para plantar más patatas y hortalizas y algo de…
¿Cuál es tu vaca famélica? ¿a que te agarras para no hacerte cargo de experimentar nuevas realidades?. Si le entregas todo el poder a una vaca famélica, ¿dónde se queda el tuyo?
Cuando dependemos de sustentos poco nutritivos y nos acomodamos a ellos aunque estemos permanentemente quejándonos, empobrecemos nuestra mirada. Transformamos la manera de ver las cosas hacia una visión parecida a la que tendríamos al mirar a través de un embudo. Cerramos posibilidades a un mundo que tiene más que ofrecernos que una vaca famélica. Las opciones son mucho mayores de las que imaginamos. Lo que ocurre es que, simplemente, no nos cuestionamos otras alternativas. Y si por nosotros fuera mantendríamos con vida a la vaca aunque para eso haya que hacer lo imposible para que su muerte fuese lo más lenta posible. Haciendo esto, de alguna manera también estamos matando nuestra vida poco a poco.
Tiene muy poco que ver “mantener a la vaca” con tener la seguridad al menos de algo que me hace sobrevivir aunque me haga sufrir. ¿Qué seguridad tienes manteniendo algo que va empobreciéndose poco a poco?¿donde está la verdadera seguridad, en lo estático o en lo dinámico?
Tan solo el hecho de estar en disposición de cuestionarse, de retarse, de provocarse, de descubrir y de ser curioso, puede entregarte la seguridad de vivir disfrutando las oportunidades que se presentan.
Y a los envidiosos que mataron nuestra vaca, muchas gracias.