Otra de las cualidades que distinguen a las los líderes transformadores radica en una de los componentes interpersonales de la inteligencia emocional. Hablamos de la empatía. Más allá de entender la empatía como la capacidad de ponerse en el lugar del otro, a mí siempre me ha gustado definirla como la capacidad de identificar las emociones desde donde nos habla nuestro interlocutor. Empatizar es tener la sensibilidad necesaria para identificar estas emociones sin necesidad de tener que sentir la misma emoción. Puedo sentir la tristeza de alguien pero no tengo por qué estar triste. Quien sabe empatizar es capaz de igualar su estado de ánimo para ser más eficiente en su comunicación interpersonal. Igualar nuestro estado de ánimo nos permite que la persona con quien hablamos nos valide como oyente y se vea influido por un clima de confianza en el que se sienta libre para poder hablar.
Siempre he creído firmemente que la puerta de entrada del aprendizaje es la escucha. Gracias a escuchar generamos un aprendizaje más significativo que cuando hablamos. Todo lo que decimos ya lo sabemos mientras que la escucha nos permite acceder a perspectivas de la vida que es posible que desconociéramos.
Es muy posible que la escucha sea una de las competencias más importantes del liderazgo y seguramente es una de las más complicadas de desarrollar. Cada uno de nosotros somos un observador del mundo y vemos una parte ínfima de la realidad. La PNL nos dice que el mapa no es el territorio, que cada uno de nosotros construye un mapa con el que se mueve por el mundo y se encuentra a diario con otros observadores que se mueven guiándose con mapas diferentes. La empatía frente a los mapas de los demás nos permite mejorar nuestra escucha y aumenta la probabilidad de tomar conciencia de que cada mapa es válido y útil desde su propia imperfección. No existe mapa perfecto pero puede ser enriquecido gracias a compartirlo con otros.
La empatía nos ayuda a entender como cada persona interactúa con el mundo en el que vive debido al mapa que ha ido construyendo a lo largo de su vida. Al igual que hacemos nosotros mismos. Nuestro mapa no es ni mejor ni peor que el de los demás. Tan solo es diferente porque nuestras experiencias son únicas. Por este motivo al empatizar y mejorar nuestra escucha somos capaces de reducir el margen que siempre existe entre lo que yo digo y lo que tú escuchas. Empatizar permite reducir este terreno.
Una de las características de los jefes tóxicos reside en su dificultad para empatizar, en sus limitaciones para validar el mapa del otro, creyendo que su mapa es el único verdadero. Más allá de enriquecerlo, lo que consiguen con esto es empobrecer y distorsionar su visión del mundo y de los demás.
Y desgraciadamente aún quedan muchos domo estos.
http://www.youtube.com/watch?v=M2BHA-hhDKQ
Buen inicio de semana a todos