No es cosa mía sino de Bertrand Russell el decir que “nos encontramos ante el hecho paradójico de que la educación se ha convertido en uno de los principales obstáculos en el camino de la inteligencia y la libertad de pensamiento.”
Posiblemente a lo que se refería el filosofo británico y premio Nobel, es al hecho de que la educación, como hasta ahora la conocemos, sigue sin apostar por desarrollar la capacidad de iniciativa, el pensamiento crítico y el inconformismo social.
“Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos” José Saramago
Felipe González, quien fuera presidente del gobierno español durante más de trece años, cuenta una anécdota muy clarificadora que le sucedió en un viaje a Finlandia. Preguntó a una asistente del gobierno finlandés el motivo por el cuál había estudiado la carrera diplomática. La respuesta fue tan sencilla como reveladora. No había alcanzado la calificación suficiente para optar a ser maestra. Y no es una cuestión de cuánto se gane, sino de la reputación social que tiene la educación en ese país. Poco valor le damos a la educación si no se la damos a sus educadores.
Los grandes maestros (y estamos rodeados de muchos de ellos) son aquellos que nos estimularon a pensar creativamente, a tener iniciativa, a cuestionarnos todo aquello que nos decían y nos incitaron a mirar desde todas las perspectivas posibles.
Si aprender de los mejores maestros nos marcó en nuestra vida de estudiantes, aprender de los mejores profesionales es en lo que consiste el verdadero networking, y no dejar tarjetas de visita y estar en todos los chiringuitos sin ningún sentido, como algunos piensan.
Mientras sigamos creyendo que la educación debe dar respuesta a la necesidad de que nuestros hijos opten por un trabajo seguro y bien remunerado, seguiremos alimentando actitudes conformistas. Pero esto no es sólo una cuestión de las familias. Si en la política económica de un país es más sencillo trabajar por cuenta ajena que ser empresario será más difícil que la educación estimule la capacidad de iniciativa. Tan importante es aprender a emprender como desarrollar la capacidad del autoempleo. Pero no vale dejar esto para cuando estemos en la universidad. Es demasiado tarde.
Aprender es pasar a la acción y tomar decisiones. Decidir es escoger y escoger es renunciar. Cuando un niño empieza a entrenar esto, tiene muchas posibilidades de llegar a ser un profesional interesante y un adulto inteligente.