Sugatra Mitra, profesor de la Universidad de Newcastle y nacido en Calcuta, llevó a cabo un experimento en 1999 denominado The hole in the Wall. Su primera reflexión y motivo de su investigación fue analizar por qué mantenemos un sistema de enseñanza que lleva mucho tiempo obsoleto.
Nuestro modelo de enseñanza se remonta unos 300 años atrás cuando el Gran Imperio británico pretendía dominar el mundo. La ausencia de tecnología y las distancias entre sus colonias requerían que se diseñara un sistema sólido en el que las personas que enseñaran lo hicieran de la misma manera en cualquier lugar del planeta. Las personas necesitaban tener una buena caligrafía, saber leer y hacer cálculos matemáticos sencillos.
El sistema fue tan bien diseñado que ha perdurado hasta nuestros días, incluso cuando el motivo para el que se diseño ya no existe.
El experimento en cuestión consistía en colocar un ordenador incrustado en un muro y conectarlo a internet, en zonas rurales de la India donde ningún niño había tenido contacto con la tecnología. Tan sencillo como eso. Meses más tarde Mitra descubrió como los niños se habían ayudado unos a otros para aprender a navegar en internet y aprender inglés para entender lo que aparecía en sus pantallas.
Quiso ir más lejos aún y se reto a demostrar cómo esos mismos niños podían llegar a alcanzar el mismo nivel de conocimientos que los alumnos de una escuela privada en Nueva Delhi. Lo que ahora introdujo en la computadora fueron conceptos de Biotecnología que ni siquiera el propio profesor entendía. Introdujo un factor más. Buscó una persona que, sin conocer nada del tema, tan solo se dedicaba a estimular la curiosidad de los niños y alentaba su aprendizaje. Al cabo de unos meses habían alcanzado la misma puntuación en conocimientos que los alumnos de la escuela privada.
El estímulo permite, muy al contrario que el castigo, que quién aprenda no se sienta amenazado y en peligro. Cuando esto ocurre apaga inmediatamente su cerebro ya que el cerebro reptiliano toma el mando para sobrevivir.
“No se trata de hacer que el aprendizaje ocurra. Se trata de dejar que suceda. El profesor pone en marcha el proceso y luego se pone de pie con asombro y observa como el aprendizaje ocurre”.
Desde ahí creo los conocidos como entornos de aprendizaje autoorganizados (SOLE) basados en la idea de unir la banda ancha de internet, los entornos colaborativos y el estímulo y admiración por el aprendizaje.
Tal y como explica el profesor Mitra debería haber un plan de estudios de grandes preguntas que estimulen el aprendizaje de los niños.
Entornos colaborativos e incentivación del estímulo para que los niños puedan aprender utilizando los canales placenteros del cerebro y no los del miedo.
Las escuelas en la nube cada vez serán más frecuentes y sin duda favorecerán la justicia social y la igualdad para que todos los niños puedan tener la oportunidad de ser estimulados correctamente para aprender.
Aprender nos lleva a la luz.
No dejes de ver su presentación TED:
Buenos días Álvaro,
Un tema muy interesante, la verdad que Sugata es una persona de la que se pueden aprender muchas cosas. No sé si sabes que estuvo en Madrid el pasado sábado 17 de Septiembre. Un lujo la verdad, está desarrollando muchos otros proyectos en sinergia con diferentes universidad alrededor del mundo.
Interesante.
Totalmente. Ese es el camino. Gracias, una vez más, por tus reflexiones cada semana.
«El estímulo permite, muy al contrario que el castigo, que quién aprenda no se sienta amenazado y en peligro».
Me gustaria saber si el premiar es un estímulo. Y si cuando hablas de estimular en educación te refieres a premiar.
Que otras formas de estimular, que no sea el premiar, se utilizan para que las personas tengan ganas de aprender?. Estos estímulos seran diferentes segun los entornos socioculturales en los que viven las personas?.
Hola Manuel, precisamente debemos cambiar el estímulo por el elogio. Estimular es regalar una oportunidad de aprendizaje a través de la curiosidad. Premiar, tal y como lo entendemos es tan pernicioso como el castigo. Yo prefiero celebrar a premiar. pero sobre todo, lo que no debemos hacer es chantajear con el premio. Nunca poner el premio como chantaje para conseguir un resultado. Premiemos el proceso, el esfuerzo sostenido en el tiempo pero no el éxito. Cuenta un cuento que en la Edad media se intentó premiar que se mataran ratas para evitar la propagación de la peste. Para ello se premiaba a quien trajera colas de ratas como evidencia de haberlas matado. Muy al contrario de lo que esperaban, la gente empezó a criar ratas para cortarles las colas y así entregar muchas colas para que fueran premiados. Lo que hicieron fue propagar la peste con ratas sin cola….