En muchas ocasiones nos paramos a pensar en relación a qué objetivos nos queremos marcar, cuales serán nuestros propósitos o que sueños perseguimos. En muchas ocasiones es posible que la probabilidad de equivocar el tiro sea alta. Y existen pocas frustraciones más grandes que marcarnos un objetivo equivocado, perseguirlo y terminar consiguiéndolo.
En muchas ocasiones si buscamos lo que debemos, en lugar de centrarnos en lo que queremos, terminamos encontrando insatisfacción con lo conseguido y generando una sensación de persistente infelicidad.
Quizá una buena solución la podemos encontrar en una buena pregunta. Ya podéis imaginaros que las malas respuestas suelen estar precedidas de malas preguntas.
Cuando queremos poner foco en nuestra vida podríamos hacernos la siguiente pregunta: ¿Qué legado me gustaría dejar una vez que ya no esté aquí? Y no estar aquí tiene muchos significados. No solamente se refiere al hecho de morir, sino que cada vez que cerramos un proyecto deberíamos reflexionar sobre cómo hemos impregnado con nuestro ser cada momento invertido en dicho proyecto.
Quizá nos dé miedo darnos cuenta de que nada se recordará, de que nada hemos cambiado, de que a nadie hemos inspirado.
Son muchas las empresas que han tomado conciencia de dejar un legado en todo aquello que emprenden. De la misma manera nosotros deberíamos incluir que queremos que sea nuestro legado en cada proyecto que iniciamos, bien sea en el plano profesional cómo en el plano personal.
Legar es transmitir, entregar a alguien lo que hemos encontrado, lo que hemos descubierto, con el objetivo de que lo aproveche y lo transmita igualmente a otros. Por lo tanto nuestro trabajo cobra sentido en el momento que es transmitido. Si, por el contrario, no somos capaces de dejar un legado, nos convertiremos en invisibles para los demás. No hace mucho, escribiendo un discurso para mi querido amigo Juan, hacia referencia a las palabras de la Madre Teresa de Calcuta que decía que “uno de los mayores padecimientos del ser humano es no ser nada para nadie”.
Los que nos dedicamos a ayudar a que otros aprendan debemos comprometernos con nuestro legado que, por pequeño que sea, es más importante para los demás de lo que nos podemos imaginar.