Leyendo este domingo un interesante artículo de El País Semanal me gustaría compartir con vosotros un post dedicado a las cosas que se nos olvidan hacer a diario. Como sabéis podemos vincularlo a nuestro ámbito profesional tanto como al personal.
La vorágine diaria no nos pone fácil reducir la velocidad con la que abordamos las urgencias, los incendios que tenemos que apagar o los asuntos que debemos solucionar. Por este motivo no somos demasiado conscientes de que hay cosas fundamentales que, si las descuidamos o se nos olvidan, ponemos en riesgo los pilares básicos de cualquier relación profesional o personal con equipos, compañeros, colaboradores o jefes (qué más da).
1. No solo aprendemos de los errores. De hecho hay muchas personas que ni siquiera aprenden de los errores que cometen. La vida nos pone delante como regalos, situaciones de las que podríamos aprender, y muchas veces esquivamos la mirada para buscar quien puede ser el culpable de lo ocurrido. Encontrar una excusa o a alguien que cargue con las culpas es más fácil, más rápido y más sencillo que hacer autoevaluación. Claro que para eso es necesario haber trabajado profundamente tu autoconocimiento y eso lleva tiempo y dosis de autocrítica sana y autocompasión. Pero más allá de esto, la vida también nos regala situaciones de éxito de las cuales aprendemos tanto o más que con los errores. Los éxitos nos enseñan el camino, nos fortalecen y refuerzan la apuesta que hacemos por nosotros. Se nos olvida con facilidad que los errores son regalos que la vida nos da para aprender y que los éxitos hay que saborearlos con humildad pero con pasión.
2. Celebrar y felicitar. No podemos olvidar nunca que celebrar es el hecho más mágico que existe cuando lo que queremos es reforzar un hábito. Celebrar no es premiar y ni mucho menos condicionar un premio a un resultado. El “papá, si apruebo me compras una moto” lo hemos interiorizado tanto que lo utilizamos en la empresa de manera mezquina para sacar, en muchas ocasiones, lo peor del ser humano. Posiblemente muchos niños a los que les premiaron mediante un chantaje de ese tipo con los años se transformaron en esos adultos que se saltan la ética más básica para conseguir una retribución variable a cualquier precio. Yo no hablo de premiar de esa manera y solo con el dinero. Hablo de algo mucho más básico que se nos olvida con muchísima facilidad. Se nos olvida celebrar. Celebrar es compartir el éxito, el esfuerzo y la dedicación que una persona o un grupo de personas ponen en juego cuando persiguen un desafío. Se nos olvida dedicar tiempo y espacio para hacer esto. Celebrar tiene beneficios a corto, medio y largo plazo muy vinculados con reforzar la visión, potenciar el sentimiento de pertenencia y empoderar a las personas. Y celebrar no genera costes, todo son beneficios. No hay que gastar dinero en celebrar. Tan solo dedicar tiempo para felicitar de manera sincera y profunda el trabajo y la dedicación de los demás, incluso de uno mismo. ¿Cuántas veces te has felicitado o has celebrado tus logros?¿ Cuántas veces te han felicitado o has felicitado a tu equipo?
3. Escuchar y no juzgar. Siempre he sido de la opinión que una de las competencias más complicadas de desarrollar es la capacidad de escuchar empáticamente. Para poder hacerlo es fundamental no caer en los juicios de valor previos y creer en el otro y en su capacidad como ser humano de aportar valor. Cuando juzgamos no solo nos ponemos por encima del otro, sino que no permitimos que nuestros modelos mentales se enriquezcan con la mirada del otro y por lo tanto, al no escuchar, empobrecemos nuestra mirada. Juzgamos en infinidad de ocasiones: cuando jerárquicamente estamos en puestos de más relevancia en una organización; cuando estamos por debajo y nos sentimos víctimas de lo que otros hacen con nosotros; juzgamos cuando nuestra vanidad nos hace sentirnos superiores y borra cualquier atisbo de autocrítica. La escucha es la puerta del aprendizaje profundo y del descubrimiento de tus propias posibilidades. Pero claro, escuchar mínimamente bien requiere tiempo, entrenamiento y calma, elementos en desuso en esta trepidante espiral que llamamos vida y a la que dedicamos todo nuestro esfuerzo en ganarla en lugar de invertir el tiempo en vivirla.
Os invito desde aquí a compartir más cosas que se nos olvidan y que, si entre todos las recordamos y les ponemos nombre, será algo más difícil que nos pasen desapercibidas.
Todos estáis Invitados a recordar.