Reflexionando sobre la tiranía de muchos objetivos que nos proponemos o que otros nos presentan y que aceptamos como nuestros, encontré este fragmento que escribió Hermann Hesse en su obra Siddhartha en 1922.
“Cuando alguien busca, suele ocurrir fácilmente que sus ojos sólo ven la cosa que anda buscando; este alguien no puede encontrar nada, no deja entrar nada dentro de él, porque siempre está pensando en la cosa buscada, porque tiene un fin, porque está poseído por ese fin. Buscar significa tener un fin. Pero encontrar quiere decir ser libre, estar abierto a todo, no tener fin”.
Un texto de rabiosa actualidad que nos ayuda a realizar una distinción evidente entre buscar y encontrar.
Parece que la búsqueda obsesiva y veloz de nuestros objetivos nos impide abrir el campo de visión y encontrar otras muchas cosas que suceden por el camino. Soy de los que piensan que debemos tener siempre un espíritu inquieto que busque con alegría. Sin lugar a duda que lo creo. Pero también estoy convencido que la obsesión por perseguir objetivos nos dificulta descubrir nuevas cosas o redescubrir lo conocido al mirarlo con nuevos ojos.
Cuantas veces encontramos nuevos matices en las personas cuando somos capaces de mirar como un nuevo observador. Y cómo esos pequeños matices son tan sutiles que éramos incapaces de observarlos ya que la velocidad de búsqueda que llevábamos nos impedía encontrarlos.
Deberíamos revisar nuestra actitud de búsqueda y reinventarla transformándola en una actitud de encuentro. Posiblemente nos llevaría a dejar de ser tan autoexigentes y tornarnos más libres para disfrutar del camino de la búsqueda alegre.
Ya estemos buscando o encontrando, hagámoslo siempre con optimismo. Martin Seligman ha demostrado que quien busca con actitud positiva es capaz de recoger más información del entorno que quien lo hace de manera pesimista. Parece que merece la pena revisar nuestra actitud y decidir de que manera de dispongo a encontrar.
Encontrar significa descubrir y solo cuando uno descubre por si mismo es capaz de comprometerse con lo descubierto.
Gracias Álvaro. Hesse siempre como tú bien dices de rabiosa actualidad. Me gusta en ocasiones pararme a observar a los niños; el ejemplo que nos dan con su mirada y mentes abiertas totalmente al descubrimiento.
Quizá sería bueno dejarse inundar más en ocasiones por el espíritu de la infancia para dejarnos espacio para descubrir.
Te deseo una muy buena semana.
Rosa
Idea un tanto diferente, no se si también compatible, con lo que los coach nos instáis a hacer: cuál es tu objetivo? Cuál es el camino para alcanzarlo? Que pasos debes dar? Planifícalos para ser más eficiente en llegar al éxito buscado.
Trabajo, crisis, niños, estudios… dónde está el tiempo también para desenfocarse del objetivo?
Un abrazo Álvaro,
Mariano.
Muy buena reflexión. Gracias Álvaro. Es en ese buscar obsesivo que a veces nos perdemos la oportunidad de encontrar lo que realmente necesitamos. Unas semanas atrás compartí un post relacionado con el tema en mi blog. Te lo comparto acá: http://bit.ly/Z5kdqf – ¡Un abrazo!
En una formación a la que asistí recientemente hicimos un ejercicio interesante: «mira a tu alrededor, intenta buscar en la habitación en la que estás todas las líneas que veas. Ahora cierra los ojos, al abrirlos busca el color rojo. Ciérralos de nuevo y al abrirlos busca los círculos,……» A pesar de ser un ejercicio muy sencillo tiene un gran poder. Te permite ver cosas que están a tu alrededor y que «Por tener el foco demasiado fijado» no habías visto antes.
Estoy de acuerdo con Mariano que hay una corriente imperante a que localices tu objetivo y lo persigas. Pero tu lección es muy interesante. ¿Cuantas formas distintas existen de alcanzar un mismo objetivo? ¿Cual es el camino más enriquecedor?
Saludos Alvaro, excelente comentario, esto se aplica en todo en la vida, por la velocidad a la que nos lleva el entorno no solo personal, tambien a nivel general, no nos permite hacer primero un alto y cambiar el ritmo que llevamos, el simple hecho de hacer un alto nos permite tomarnos un respiro y ver las cosas con una perspectiva diferente, esto hace que necesariamente nos oblegue a replantearnos y abrir el horizonte a 360 grados, en todo lo que nos movemos, una vez hecho el ejercicio, no hay forma de que cualquier cosa en la que estemos involucrados la dejemos de ver de esta forma. Saludos Alvaro un abrazo.
Para mi, es cuestión de edades.De niños vemos con diferente luz nuestro entorno en su genersalidad nuevo, desconocido, facinante; de jóvenes más bien dejamos que nuestros sueños y nuestras inquietudes sean el catalejo que nos orienta hacia lo que buscamos; dificilmente a esas edades se amplía nuestro horizonte.Ya maduros,conseguidos nuestros objetivos, o lo que pudo haber quedado de ellos, viene la edad de la retrospectiva, de lo que puedo ser y en lo que quedaron nuestros sueños y ahora sí nos podemos convertir en obwservadorews de ese todo maravilloso que siempre nos ha rodeado, pero para el cual, nunca tuvimos tiempo.