Llevaba 11 años trabajando para una compañía aérea. Era un trabajo cómodo pero carente de estímulo desde hacía tiempo. A ella lo que realmente le gustaba era la educación. Trabajar con niños llevaba resonando en su cabeza desde hacia mucho tiempo, pero tanto esfuerzo puesto en una profesión y el miedo a dar un doble salto mortal le paralizaba. Tenía un pequeño proyecto de teatro en inglés para niños a los que dedicaba horas de manera vocacional y, fruto de uno de esos talleres, vino su gran oportunidad. La directora de un colegio tardó pocos minutos en entender que su intuición no podía fallarle: “Te estábamos esperando”. Esa fue la frase. Poco después empezó a trabajar de asistente en un centro infantil.
Incrédula por la situación y creyendo que le faltaba toda la formación y experiencia para ser una buena educadora, fue descubriendo cómo todo lo que había aprendido en un entorno muy alejado al de la educación le servía para ser una gran profesional trabajando con niños.
Hablaba 3 idiomas a la perfección y esto fue clave para que un niño francés que se negaba a comer, empezara a hacerlo al encontrar a aquella profesora que le animaba en su idioma. Mucho tiempo atrás había decidido apuntarse a clases de sevillanas y ahora comenzaba a enseñar baile en el colegio.
Tan solo es una historia y no solo es una historia. Es un maravilloso ejemplo para explicar que reinventarse no pasa por romper con el pasado y empezar de cero. Reinventarse es emprender un proyecto que se apoya en todo lo que hemos aprendido en el pasado aunque no seamos conscientes de ello, o incluso no le diéramos la importancia que tenía en un momento determinado.
“Todo sirve para todo” es un mantra que mi amiga María (http://unoentrecienmil.org) me ha regalado para entender que todo está conectado con todo. Más que un mantra es un alegato a la maravillosa intuición que nos empuja a iniciar aprendizajes que desde la razón no tienen mucho sentido, pero que desde la emoción nos muestran el camino que queremos construir casi sin darnos cuenta.
“No puedes conectar los puntos hacia delante, solo puedes hacerlo hacia atrás. Así que tenéis que confiar en que los puntos se conectarán alguna vez en el futuro” Steve Jobs
Es curioso cómo nos enfrentamos a la disyuntiva que nos regala el miedo. No paramos porque tenemos miedo a quedarnos descolgados en la carrera por alcanzar proyectos profesionales que ya no nos llenan y en los que somos buenos. Y sin embargo, cuando paramos es cuando todo sucede. Quizá sea porque al correr vamos en busca de cosas que perseguimos y cuando paramos somos capaces de atraer hacia nosotros todo aquello que deseamos.
Nadie ha demostrado que ir más rápido sea mejor. Al bajar el ritmo nuestro campo de visión se amplía. Si nos damos permiso para recordar aquellos puntos inconexos que tuvieron lugar en momentos muy diferentes de nuestra vida, descubriremos que todos tenían un hilo conductor que los unía y que nos lleva a dar sentido a nuevos proyectos que ahora se hacen presentes.
Los espacios de oportunidad suelen ponerse delante de cada uno de nosotros aunque no todos somos conscientes de que lo son. Y aún siendo conscientes de ello no tenemos el coraje de saltar.
https://alvaromerinojimenez.wordpress.com/2014/02/24/el-entusiasmo-y-su-kairos/
Os comparto una última reflexión a modo de pregunta ¿Cuando todo está conectado aparece nuestro kairós ó necesitamos un kairós para conectar los puntos?