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¿Qué significa ser el mejor? ¿Cuál es su lado oscuro?¿Para qué quiero ser mejor que otros?¿Qué beneficio me aporta?
En un mundo tan competitivo como en el que vivimos, entender el éxito como llegar a ser el mejor es tan peligroso como enemigo de la felicidad.
Lo que más me impacta de la charla de Marcelo Bielsa es la importancia que le da a que sus jugadores decidan por si mismos, la invitación que les hace a que se cuestionen qué es el éxito para cada uno de ellos. Seguramente que muchos de ellos están lejos aún de poder hacer una lectura adecuada de las palabras de su entrenador. No importa, porque llegado el momento adecuado, aquellas palabras cobrarán sentido.
Cuando basamos nuestro éxito en “ser más que”, en “tener más qué”, en “ganar más que” nos alejamos irremediablemente de la felicidad, entendida como alcanzar la mejor versión de nosotros mismos. Si el éxito lo medimos en función de la comparación, estaremos irremediablemente en manos de la aprobación de otros, no permitiendo valorar por nosotros mismos y en su justa medida, nuestros progresos.
¿Qué sacrifico para ser el mejor? ¿ A qué no estoy dispuesto a renunciar? ¿Dónde están esos límites que no debo pasar? Quizá estas sean algunas de las preguntas importantes que necesitamos hacernos cuando buscamos tener éxito.
Recibimos muchos inputs relacionados con el éxito y muy pocos con las renuncias que debemos hacer, los límites que no se pueden traspasar y las consecuencias que supone negociar tus valores más primarios. Está más que demostrado que el éxito vinculado a un ranking y alejado del autoconocimiento y la gestión de uno mismo es la antítesis de la felicidad. Cada éxito logrado supedita la felicidad al nuevo objetivo marcado. Esa frenética carrera hacia un lugar casi inalcanzable dificulta disfrutar de lo verdaderamente importante.
Creo más en un éxito basado en desafiarte continuamente para mejorar y buscar tus límites, apoyándote en un trabajo serio de conocimiento personal. Y eso requiere de tiempo y coraje para enfrentarte a lo que no te gusta de ti mismo para elaborar una correcta fotografía de tus imperfecciones, darles la bienvenida y aceptarlas y quererlas. No es sencillo.
Tener éxito enfocando hacia fuera y no mirando hacia dentro trae sus consecuencias. Es curioso como utilizamos el verbo “tener” para hablar del éxito y en cambio utilizamos el “ser” para hablar de la felicidad. El lenguaje nunca es inocente y nos advierte de la fragilidad de la posesión y de cómo el éxito puede convertirse en un ladrón interior que nos robe el “ser”.
Excelente reflexión, y cabe añadir que no sólo el lenguaje mismo nos tiende a precondicionar en esta forma sino también los sistemas educativos. Cuyas bases en la comparación y la competencia, desestimando el trabajo en equipo, nos encausan en una carrera interminable por «ser mejor que» alguien.
Un fuerte abrazo Priscila
Con espíritu crítico: Para mi, «ser mas que» o «tener mas que» no te aleja de la felicidad…es simplemente una forma (hay otras) de medir lo que haces. Diría que todo lo que hacemos en el mundo lo medimos, por igualación, similitud o diferencia…para mejorar algo es necesario saber de donde partes. Por ejemplo «tener más conocimiento que ayer» es información relevante para mi y eso me hace feliz, o tener má conocimiento que mis competidores me posiciona mejor en el mercado y eso tambien me hace feliz…asociar renuncias, sacrificios o límites al éxito (para mi) no es certero, ni una cosa excluye a la otra.
Hola Mauricio, muchísimas gracias por tu aportación enriquecedora.
Un fuerte abrazo