Con este post termino el monográfico dedicado al miedo, a cómo combatirlo, reducirlo y enfrentarlo para vencerlo.
Anteriormente analizamos el conocimiento y la confianza como herramientas que bien nos pueden servir para aprender a manejar el miedo. Esta semana es tiempo de hablar de la tercera herramienta: la motivación.
La etimología de esta palabra es “motivo para la acción” y su mismo significado nos desvela el secreto de esta herramienta: el “para qué”
Es difícil afrontar un miedo si no somos capaces de clarificar para qué queremos hacerlo.
La motivación es una herramienta que funciona maravillosamente bien cuando estamos cerca de nuestro objetivo, cuando siendo expertos, el miedo a perder aquello que ansiamos nos puede llegar a bloquear.
El mundo del deporte nos aporta muchos ejemplos, algunos de ellos muy recientes en los que un plus de motivación nos permite sacar lo mejor de nosotros mismos. Pep Guardiola ya lo demostró en la final que el Barcelona ganó en Roma en el 2009. El entrenador catalán trabajó con la motivación utilizando un video para que sus jugadores, sorprendidos ante la llamada de su entrenador mientras realizaban el calentamiento previo a la final, dispusieran de una poderosa herramienta que les dio una fuerza extra para afrontar una situación de alta tensión emocional
http://www.youtube.com/watch?v=TeXLgNh8eNg&feature=related
Para que la motivación aflore, es básico que hayamos fijado correctamente nuestros objetivos. Los objetivos nos hablan de QUÉ queremos lograr pero deben ir acompañados de una reflexión profunda acerca de PARA QUÉ quiero conseguirlos. Que sentido tiene para mi lograr lo que me propongo. Si esto está bien definido y perfectamente integrado, por más situaciones que viva y que me pongan delante lo difícil, duro y complejo que es lograr un proyecto o alcanzar una meta, no cesaré en el empeño de luchar al 100% para conseguirlo. La motivación ayuda a que trascienda aquello que persigo y que me transforme durante ese camino.
http://www.youtube.com/watch?v=9Z2HjgzN7oc
La motivación es un asunto personal e intransferible. Los objetivos pueden ser comunes en un equipo pero la motivación es muy particular. Lo que a mí me motiva para luchar por nuestro objetivo común puede ser muy diferente a la motivación del resto.
Los líderes de los equipos no deben tratar de motivar a los suyos, sino ser capaces de generar los contextos donde cada persona descubra su “motivo para moverse”, su motivo para romper la inercia y correr a por lo que desea.