Una de las grandes diferencias entre el deporte y el mundo de la empresa es que, en el deporte, cuando uno pierde hay que aceptar que se ha perdido. En el mundo de la empresa esto no suele funcionar así. Si no eres el mejor, siempre puedes encontrar una manera de convencerte que eres el mejor en algo. Esto, a simple vista no tiene por qué ser malo pero a largo plazo se puede convertir en un serio problema. Mientras se elogia lo que se ha conseguido se corre el riesgo de minimizar lo negativo y peor aún, se evade la responsabilidad de afrontarlo con la cordura que merece.
Cuando una organización ha tenido éxito o cuando un profesional ha llegado a lo alto de su carrera laboral se corre el riesgo de no ser capaz de elaborar un adecuado pensamiento crítico. Y entonces, cuando los resultados no son los esperados se cometen errores que acentúan el declive:
En lugar de pensar que algo no va bien, se tiende a buscar una explicación tranquilizadora. El optimismo desmesurado nos está haciendo mucho daño. No está de moda pensar de manera crítica. Está mejor visto tener una actitud optimista desmedida e ignorar las señales de alarma. Un cuento ilustra esto de manera muy gráfica:
Había una vez un científico que entrenaba cucarachas para salto de longitud. Después de entrenarlas y para demostrar sus investigaciones, puso a una de ellas en el extremo de una pequeña pista de diez centímetros de largo. A la señal del científico la cucaracha pega un salto alcanzando la asombrosa distancia de 5 cm.
Acto seguido y sin piedad alguna, le arranca 2 patitas, vuelve a colocarla en la pista y le ordena nuevamente que salte. El científico con gran objetividad anota: Cucaracha con 4 patas salta 3 cm. Nada más saltar los 3 cm. vuelve a arrancarle otras dos patas y le ordena saltar. Ahora anota: Cucaracha con 2 patas salta 2 cm.
Por último, deja a la cucaracha sin patas y le ordena saltar nuevamente. Sin embargo en esta ocasión la cucaracha no responde. ¡SALTA! Grita otra vez, pero no hay respuesta. Insiste con más énfasis pero la cucaracha no se mueve. Finalmente el científico escribe en su cuaderno: Cuando a una cucaracha se le quitan las patas ¡se queda sorda!
El peligro no reside en ignorar los datos evidentes sino más bien en la interpretación errónea de dichos datos.
Disponer de un buen pensamiento crítico requiere de entrenamiento consciente
Externalizar la culpa. Se realizan verdaderas autopsias de lo ocurrido tan solo con el objetivo final de encontrar culpables, alejándose de la sensatez. Se mira hacia fuera, buscando factores externos en lugar de mirar dentro, donde se pueden encontrar verdaderas razones de peso que explican en gran medida lo sucedido.
Se deteriora la calidad de las conversaciones y los debates, dando paso a una gestión dictatorial, no consensuada ni compartida pero en la que se exige el compromiso de todos. Peor no se puede hacer.
Y cuando las cosas no van bien la manera de solucionarlo es reorganizarse constantemente y de manera obsesiva para ver si de manera mágica los problemas se resuelven, sin apostar en el tiempo por lo que se propone. Y ¿para qué? Para no enfrentarse a la dura realidad, quizá porque no queremos ver herido nuestro ego profesional.
No desarrollar un correcto pensamiento crítico, mantener conversaciones y debates de baja calidad, no responsabilizarse de las decisiones y comportamientos propios y buscar excusas y culpables en el exterior son los errores más evidentes que llevan a empequeñecer a las personas en su desarrollo personal y profesional.
¿Las soluciones? Son evidentes pero tienen una pequeña dificultad: requieren tiempo y paciencia, algo que no está muy de moda hoy en día.
Tienes mucha razón Álvaro. Muy bueno el post. Hay sillas y «sillas»…