Cuando este sábado terminaba una sesión con los alumnos de un MBA nos quedábamos reflexionando sobre cómo generar los hábitos productivos y desechar aquellos que nos frenaban y alimentaban nuestros grandes miedos. Llegando a casa sabia que rebuscando en Savater encontraría una clave interesante para tratar de reforzar el mensaje que habíamos extraído en la sesión de trabajo. Y la encontré en Ética para Amador:
“Responsabilidad es saber que cada uno de mis actos me va construyendo, me va definiendo, me va inventando. Al elegir lo que quiero hacer voy transformándome poco a poco. Todas mis decisiones dejan huella en mÍ mismo antes de dejarla en el mundo que me rodea. Y claro, una vez empleada mi libertad en irme haciendo un rostro ya no puedo quejarme o asustarme de lo que veo en el espejo cuando me miro. Si obro bien cada vez me será más difícil obrar mal (y al revés, por desgracia): por eso lo ideal es ir cogiendo el vicio de vivir bien.”
Y hablábamos de cómo existen creencias que son tan limitantes que nos dificultan e incluso nos impiden hacer lo más importante que nos regala nuestra vida: Gozar.
Cuando pensamos que tenemos que ganarnos la vida porque la vida es para quien se la gana, nos olvidamos de disfrutar y goza todos aquellos instantes que la vida nos pone delante. Michel de Montaigne lo explica con claridad meridiana “hay que retener con todas nuestras uñas y dientes el uso de los placeres de la vida, que los años nos quitan de entre las manos unos después de otros”
Por ese motivo, tener libertad es abrir el abanico de oportunidades. Cuando nos atamos a aquello que no nos aporta libertad reducimos considerablemente las opciones futuras. Por lo tanto, a la hora de elegir, tratemos de optar por aquella decisión que nos abra más posibilidades en el futuro y no las que nos cierre posibilidades. Quizá en todo esto se basa ese concepto de falsa seguridad que hemos ido aprendiendo con los años.
Optar solo por un camino que creemos seguro y desechar nuevas posibilidades nos deja a merced de las decisiones de otros con respecto a nuestro camino elegido. Si cierran ese camino nos dejan abandonados y sin posibilidad de salir de él. Simplemente porque no sabemos donde están los otros caminos ya que solo hemos recorrido un único trayecto toda nuestra vida. Quizá una de las consecuencias más graves de la crisis venga provocada en gran medida por lo que entendimos por seguridad cuando todo era más sencillo.
Y además, conocer tanto un solo camino no nos hace disfrutar y sorprendernos de la variedad de nuevas oportunidades que nos abre la vida.
Lo que te encierra también te entierra