En un breve artículo publicado en Linkedin en 2013, Daniel Goleman se cuestionaba la evolución de la Inteligencia Emocional en la organizaciones preguntándose si seguía estando de plena actualidad la necesidad de que los nuevos directivos entrenaran estas habilidades blandas. La respuesta rotundamente era SI.
Las cinco habilidades más demandadas por las organizaciones, sin descubrir nada nuevo, presentan algunas perspectivas interesantes para tener en cuenta tanto en las empresas como en el deporte:
Trabajar bien en equipo. En un entorno cada vez más complejo es imposible triunfar desde la individualidad. El nuevo héroe es el equipo.
Comunicación clara y efectiva. Desgranando esta habilidad tan compleja, ser capaz de comunicar requiere haber desarrollado empatía cognitiva y capacidad de escucha empática. En un mundo en el que el ruido es tan habitual no resulta sencillo generar conversaciones profundas y enriquecedoras. Desde la conversación inteligente se pueden provocar las reflexiones necesarias para abrir la puerta a los cambios y a transformación.
Saber adaptarse a los cambios. Nuestra capacidad de adaptación e incluso la capacidad para ser generadores de cambios necesita la combinación perfecta entre flexibilidad y autocontrol. Quizá esta sea la dificultad que hace que muchas personas no gestionen bien los cambios cuando no son ellos quienes los desean. Las personas flexibles pueden adolecer de cierto autocontrol y quien se autocontrola muy bien puede sufrir cierta rigidez ante los cambios. Encontrar esa virtuosa combinación de ambas habilidades puede resultar muy productivo.
Saber interactuar con una amplia variedad de personas. La hiperconectividad, la multiculturalidad, el trabajo en red, la globalización y la velocidad a la que las cosas evolucionan nos exige saber manejar las relaciones personales, tanto con clientes, compañeros y competidores que en muchas ocasiones son compañeros de proyectos. Las sociedades sólidas desaparecieron para dar la bienvenida a realidades líquidas donde todo se entremezcla. Saber conectar con ello y manejarse razonablemente bien en entonos donde los proyectos se desarrollan en periodos de tiempo cada vez más cortos e intensos, requieren lecturas rápidas y certeras de los escenarios de trabajo.
Capacidad de pensar con claridad y de resolver problemas bajo presión. Para poder dar respuestas acertadas en entonos complejos bajo la presión de la competición, es necesario disponer de la combinación de tres aspectos tan sencillos de explicar como complejos de desarrollar: conocimiento de uno mismo, atención y resiliencia. Algo parecido a lo que le sucede a un jugador de tenis de élite. Cada punto es una victoria o una derrota. En muchos momentos puedes no saber muy bien si vas ganando o perdiendo un partido. La capacidad para recuperarse de un punto fallado y no perder la atención en el siguiente punto es una buena metáfora de las microderrotas diarias que podemos tener.
Un buen entrenador deportivo necesita manejar estas cinco habilidades para liderar con eficiencia un equipo de la misma manera que un directivo necesita entrenar estas habilidades para sacar el máximo partido a sus colaboradores en un proyecto de envergadura.