Cada año los aficionados al fútbol americano disfrutan de una emocionante final del campeonato en la Superbowl. Los jugadores franquicia de cada equipo son sus quarterbacks.
Los ojeadores de la NFL (Liga estadounidense de fútbol americano) son muy conscientes de lo importante que resulta la capacidad de toma de decisiones por parte de los quarterbacks. La liga exige que todos los jugadores del draft realicen el test de inteligencia Wonderlic (una versión abreviada del test estándar del coeficiente intelectual).
El motivo es que la NFL opina que aquellos jugadores que obtienen mejores resultados en este test tomarán mejores decisiones en el terreno de juego. Los quarterbacks deben memorizar centenares de jugadas ofensivas y algunas cuantas posiciones defensivas. Son la prolongación de los entrenadores sobre el campo.
El promedio de puntuación exigible a un jugador de estas características es de 25 puntos. Por debajo de esta puntuación los equipos comienzan a ponerse nerviosos ya que dudan de la capacidad de estos jugadores para la correcta toma de decisiones.
Sin embargo, jugadores que como Dan Marino, Brett Favre, Randall Cunningham, Terry Bradshaw (históricos juagadores de la NFL) obtuvieron puntuaciones inferiores a lo exigible.
¿Por qué el test Wonderlic se presenta como estéril para medir el éxito de los quarterbacks? Este test mide un tipo determinado de pensamiento, pero los quarterbacks no piensan cuando están jugando. No hay tiempo. No pueden hacer un análisis consciente de cada jugada porque todo ocurre demasiado rápido.
En las hojas de evaluación que los ojeadores de la NFL utilizan para seleccionar a los jugadores, el apartado de la Toma de Decisiones figura en la categoría de Intangibles.
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Según Joseph LeDoux, neurocientífico de la Universidad de Nueva York buena parte de lo que pensamos es impulsado en gran medida por nuestras emociones. Los seres humanos somos los únicos animales capaces de pensar en cómo pensamos.
Hablando del cerebro y más concretamente del específicamente humano, nuestro neocortex se asemeja a un software que ha sido comercializado a toda velocidad. Es tan nuevo que aún está en versiones iniciales y la evolución aun no ha tenido el tiempo suficiente de arreglar los fallos.
Sin embargo, nuestro cerebro emocional lleva muchos cientos de millones de años más entre nosotros y ha sido maravillosamente evolucionado y perfeccionado. Su software ha sido sometido a innumerables test que le ha permitido tomar decisiones muy rápidas basándose en muy poca información.
Elegir el pase adecuado, tomar la decisión correcta viene precedido por las señales que el sistema emocional envía al neocortex. Una señal positiva o negativa de las emociones es suficiente para tomar la decisión adecuada o no.