La vulnerabilidad suele ser una palabra concebida con negatividad en las culturas en las que se educa para ser fuertes y sobrevivir en entornos muy competitivos. De hecho se suele vincular con la debilidad.
Sentirnos vulnerables no tiene nada que ver con sentirnos desprotegidos sino más bien entendernos valientes para empezar nuevos aprendizajes sin la certeza de conseguir lo que pretendemos. Sin garantía de éxito.
La vulnerabilidad lleva implícita dos grandes oportunidades vinculadas al éxito y a los dos grandes pilares de la inteligencia emocional: La gestión de uno mismo y la inteligencia social.
La primera gran oportunidad tiene que ver con la gestión de uno mismo y reside en aceptar la propia vulnerabilidad, la imperfección que todos tenemos como seres humanos y que nos prepara para aprender. Ser vulnerable es afirmar que no sé y que necesito ayuda. Todos la necesitamos. Para ser capaces de aprender, necesitamos no sentirnos suficientemente buenos. Cuanto te percibes como el mejor y más experto, menos permeable eres al aprendizaje.
Nos sentimos vulnerables cuando decidimos entrar en contextos incómodos, que son los únicos lugares desde donde podemos mejorar. Desde la comodidad la mejora no es posible. Aceptarnos vulnerables es, por tanto, un ejercicio de humildad tan evidente como complejo de conseguir. La vulnerabilidad y la humildad son dos de los grandes rasgos concluyentes del liderazgo transformador. Sin embargo no suele verse muy reflejado en los líderes en el mundo empresarial, político o deportivo. Seguramente que en el discurso de los líderes está muy presente, pero no suele ser muy coherente con las acciones que después llevan a cabo. Alfonso Alcántara @yoriento explica muy bien que la marca personal es el perfume que usas y la reputación es el olor que dejas. A veces la humildad expresada no es la humildad demostrada.
La segunda oportunidad tiene que ver con el desarrollo de la inteligencia social. La vulnerabilidad nos habla de la capacidad y necesidad de conectarnos a los demás.
¿Quién es capaz de conectarse de manera auténtica?
– Aquellos que se aceptan imperfectos
– Aquellos que son capaces de tratarse a si mismos con amabilidad, y
– Aquellos que desde la autenticidad dejan de hacer lo que deben por empezar a hacer lo que quieren.
Mostrarnos vulnerables a los demás permite que los otros puedan vernos en profundidad, eliminando las etiquetas superfluas que nos hayan puesto.
Para mostrarse vulnerable hay que dejarse ver. Hay que ser visibles asumiendo riesgos.
Pero pocos pueden expresarlo mejor que Brené Brown, experta en vulnerabilidad: