La irrupción y crecimiento de la inteligencia artificial está modificando notablemente la manera de tomar decisiones en las organizaciones. Hace apenas un par de semanas AlphaGo, el ordenador desarrollado por Google ganaba una serie de 5 partidas de go, antiguo y complejo juego de mesa de origen chino con más de 2500 años de historia, al surcoreano Lee Se-Dol. Era la primera vez que esto ocurría.
Pero no se trata tan solo de AlphaGo. El superordenador Watson, creado por IBM ya se hizo famoso en 2011 siendo la primera computadora capaz de aprender a medida que trabaja y que puede interactuar con los humanos con un lenguaje natural. Su capacidad para procesar y analizar información puede mejorar los diagnósticos médicos y facilitar en gran medida la prevención de enfermedades. También han presentado una versión gastronómica de Watson gracias a su capacidad creativa para aportar billones de recetas.
Gracias al aprendizaje automático (machine learning) las computadoras pueden procesar millones de datos por medio de complejos algoritmos que cada día son más habituales en nuestra cotidianeidad: sugerencias de compra en redes sociales, información sugerente en internet, etc.
La aparición de estas supercomputadoras ya deja patente su mayor capacidad para tomar decisiones, predecir demandas, sugerir contenidos, optimizar sistemas logísticos e incluso poder conducir un automóvil desde un Smartphone.
No cabe duda que esto impactará en un futuro muy cercano en el empleo tal y como lo conocemos. Desaparecerán miles de puestos de trabajo tal y como los conocemos ahora mismo. Muchas personas no serán necesarias para realizar las tareas que ahora realizan. Serán fácilmente sustituibles por estas computadoras y sus softwares. Un reciente informe del Foro Económico Mundial (Foro de Davos) estima la desaparición de cinco millones de puestos de trabajo en el mundo debido a la inteligencia artificial de aquí al 2020. Estamos ante lo que los expertos ya denominan como la cuarta revolución industrial.
¿Y cual será nuestro rol en toda esta revolución? ¿Qué nivel de autonomía debe darse a las máquinas? No son preguntas sencillas de responder y de hecho, muchos de los Congresos sobre Inteligencia Artificial ya llevan tiempo abordando estos temas.
Sin duda a día de hoy estas computadoras se ponen a disposición de los seres humanos para que seamos nosotros quienes finalmente decidamos.
Pero si las computadoras nos ganan encontrando respuestas quizás nuestro rol se necesite orientar a generar nuevas preguntas, a provocar nuevas realidades a las que se deban dar diferentes repuestas.
Los seres humanos necesitamos aprovechar esta nueva revolución incorporando aquello que las maquinas no saben hacer. Me refiero al mundo de lo intangible, de lo emocional, de la intuición y de los valores. Microsoft tuvo que retirar recientemente su nuevo sistema virtual Tay por comentarios racistas y sexistas en twitter.
Todo aquel trabajo que implique el contacto entre las personas se presenta difícil de sustituir. Soy optimista para creer que la nueva inteligencia artificial nos aportará la conexión entre los distintos conocimientos para entregarnos de manera casi inmediata nuevas posibilidades de acción. Deseo que el liderazgo de quienes encabezan las organizaciones esté a la altura de las circunstancias. De no ser así, también será sustituido por nuevos tipos de inteligencia.