Cuando hablamos de talento relacionamos este término con un don innato caído del cielo. Tienes o no tienes.
Esta mirada solamente nos lleva a no responsabilizarnos del potencial que tenemos. Si tengo poco talento es una pena porque no puedo hacer nada y si tengo mucho puedo vivir de las rentas.
Todos los que nos dedicamos al mundo del deporte sabemos que esto es radicalmente falso. Lo que tradicionalmente todos denominamos talento tan solo es la capacidad innata que traemos de serie. Algo que más que divino es lo que nuestros padres nos han entregado con mucho amor.
Hablar de talento es ir mucho más allá de la capacidad innata con la que nacemos. Además lo innato es imposible de modificar. Tener más o menos capacidad no depende de nosotros. Por lo tanto no merece la pena prestarle demasiada atención.
Lo que realmente permite que esa capacidad pueda llegar a ser un talento sobresaliente depende de otros dos factores en los que en mayor o menor medida si que podemos influir. Ahí es donde podemos poner nuestro foco de acción.
El primer factor es lo que llamamos entrenamiento o compromiso. Es el factor actitudinal. Aquí es donde podemos siempre intervenir ya que tan solo depende de nosotros. De nada sirve tener una capacidad elevada si el compromiso es cercano a cero. Todo factor multiplicado por cero va a acercarnos cada vez más al cero. Por lo tanto si consideramos el talento como una multiplicación, el factor capacidad será siempre fijo y el factor compromiso será el que podemos elevar o disminuir según sea nuestra actitud. Existen muchos ejemplos de grandes deportistas sin una capacidad elevada que gracias a su actitud han sido capaces de elevar su talento más allá de sus propias expectativas. De igual manera todos conocemos ejemplos de otros deportistas con alta capacidad que nunca apostaron por su compromiso y se quedaron como eternas promesas.
Pero existe un tercer factor que es vital en esta fórmula, un ingrediente básico que muchas veces olvidamos. Y estoy hablando de conseguir el contexto adecuado para que el talento pueda desarrollarse. De nada sirve que mi capacidad y mi compromiso sean elevados si no estoy en el lugar adecuado para que esto suceda. De nada sirve tener gran capacidad para nadar y solo poder entrenar en una piscina de recreo. Necesito tener las condiciones necesarias para poder explotar mi talento.
No siempre puedo intervenir en el contexto, hay veces que no puedo elegir estar en el contexto más apropiado pero siempre tengo la libertad de cambiar el lugar donde estoy y buscar mi lugar. Esa es mi libertad y la responsabilidad con mi talento
¿Estás en tu contexto adecuado o no? Si no lo estás ¿a que esperas?
Buena semana a todos