Son muchas las personas, quizás demasiadas, que sufren de “presentismo” laboral llevando implícito un abandono emocional y una desconexión física y mental durante el tiempo que dedican a trabajar. Esto, que se repite cada día y se multiplica por el número total de horas empleadas en un puesto de trabajo, nos lleva a pensar que algunas cosas están fallando.
De todas las cosas que pueden estimular la vida laboral interior, la más importante es hacer progresos en un trabajo significativo. Y hablo de progreso y de trabajo “significativo”, dos conceptos imprescindibles para nuestro propio desarrollo profesional.
Sin duda existen algunos catalizadores que facilitan que un proyecto sea realmente significativo:
– Que el trabajo sea útil. La sensación de utilidad es básica para conectar con un proyecto profesional. No solo en términos de utilidad para quien lo desempeña sino para quien recibe el fruto de tu trabajo.
Muchas veces no deberíamos hablar en términos de bueno o malo, sino más bien en los de útil o no útil. La percepción de bueno – malo es tremendamente subjetiva mientras que la utilidad es más fácilmente medible.
– Disponer de la autonomía suficiente para abordar las dificultades que surjan a lo largo de un proyecto profesional, ya sea de manera individual o como equipo. ¿Qué puede pensar sobre su valía alguien que nunca ha tenido la oportunidad de enfrentar situaciones de crecimiento profesional? ¿dónde queda la responsabilidad individual y colectiva si no se ha desarrollado previamente la autonomía necesaria para alimentarla?
– Disfrutar del tiempo necesario para poder enfocarse en el proyecto. El miedo se convierte en destructor de proyectos a largo plazo. El miedo desenfoca y atenaza. Al igual que la naturaleza marca el ritmo de manera muy sabia, ¿qué nos lleva a no respetarla en los ámbitos profesionales?
– Conversar sobre los éxitos y los fracasos que acontecen en el devenir del proyecto. Siempre que conversar se entienda como el arte de dar y recibir feedback asi como la apuesta por extraer de manera saludable los aprendizajes poderosos de ambas situaciones.
– Confiar en el proceso y humanizar el proyecto. La confianza humaniza, reduce el miedo y es el factor clave para la innovación y el compromiso. No conozco a ninguna persona que careciendo de confianza haya alcanzado sus sueños. Cada vez que depositamos nuestra confianza en alguien, estamos humanizando un poco más nuestro trabajo y estamos dotando de significado a un proyecto.
– Generar un contexto de libertad y trasparencia para que las ideas surjan. El talento necesita de otros talentos para desarrollarse. Los responsables de equipos, los directivos y líderes coach son constructores de contextos para que las cosas ocurran.
Generar contexto es como plantar las semillas adecuadas en el terreno adecuado para que crezca y se desarrolle el potencial que conocemos de cada una de esas semillas.